Se estima que desde la aparición de la humanidad en la tierra han vivido 120 mil millones de hombres. Actualmente viven en nuestro planeta más de 7.7 mil millones. Esto significa que más de 110 mil millones de veces ha muerto un ser humano. A pesar de ser un proceso biológico y normal, la muerte produce a la mayoría de la gente miedo y terror. La mayor parte de las personas fijan el pensamiento de la muerte en su subconsciente y no quieren confrontarse con todo lo relativo a la defunción y muerte. Nuestra sociedad moderna tiene un enfoque extremadamente materialista, todo lo que es corporal y palpable parece ser lo único real, las ideas consoladoras de una vida después de la muerte o de la entrada al paraíso se encuentran con un alto número de personas cada vez más escépticas. Muchos carecen de espiritualidad, también las ofertas de comunidades religiosas logran transmitir a muy poca gente la sensación de seguridad, cobijo y consuelo en lo que se refiere a la propia muerte o a la muerte de un ser querido.
Mucha gente muere sola o abandonada por los que deberían estar a su lado, porque sus próximos no saben manejar este proceso final e irremediable de la muerte, aunque se produzca en su entorno inmediato.
Hasta en el momento de la muerte se pueden producir situaciones de querella entre los parientes que se sienten desbordados por la partida de un ser querido y, a raíz de este desbordamiento empiezan querellas con familiares, médicos y enfermeras. Antiguas disputas entre familiares se pueden acentuar de nuevo en el momento de la muerte, en vez de ser superadas como en la mayoría de los casos sería el deseo del moribundo.
Muchas personas que han perdido a un ser querido tienen la sensación de haberse perdido o haber olvidado algo y hubieran deseado haber hablado con el difunto sobre esto y aquello, haber aclarado y solucionado aquello que no tuvieron el valor de decir en su momento oportuno.
El acompañamiento en el lecho de muerte puede ser tanto para el moribundo como para sus seres queridos. Puede consistir simplemente en estar ahí, compartiendo sentimientos y proyectando amor, tranquilidad, y valor para dejar partir. El acompañamiento en el lecho de muerte puede ayudar también a intervenir como intermediario entre el moribundo y sus parientes o entre los parientes para proporcionar una claridad que todos desean pero que no logran conseguir.

El acompañamiento en el lecho de muerte es honorífico y por lo tanto gratuito. Puede haber situaciones y momentos donde un acompañamiento no es posible. Si desean más informaciones detalladas, contáctenos por favor.

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